viernes, 27 de enero de 2012

Un vistazo al pensamiento político

ARENDT  Y LA POLÍTICA

“La gran importancia que tiene,  para las cuestiones estrictamente políticas, el concepto de comienzo y de origen  proviene del  mero hecho  de que la acción política, como cualquier otro tipo de acción, es siempre esencialmente el comienzo de algo nuevo; como tal  es, en términos de ciencia política, la verdadera esencia de la libertad humana.”[1]  Con esta afirmación, Arendt pretende establecer su criterio metodológico frente a la construcción de las fronteras que demarcan el concepto de lo político, relevando el carácter creativo - carácter original- de las categorías conceptuales que apuntan a cuestionar las ideas preconcebidas, cargadas de prejuicios históricos, originados en el pasado que pretenden proyectar una realidad anclada a la historia que no permite tener una comprensión fuera del “círculo vicioso”, y donde solo la conciencia imaginativa puede proyectar  una luz de verdad.[2]

Bajo esta connotación metodológica, Arendt mas que acuñar un concepto sobre lo político, lo que pretende es problematizar o generar un entorno conceptual crítico, con respecto a la tradición teórica del momento, que permita reencontrar , recuperar y destilar un sentido de la política. Arendt hace un rastreo  por la historia del pensamiento político, en el cual evidencia el interés de “...descubrir  de dónde proceden dichos conceptos  antes que se conviertan  en algo así como monedas  fuera de curso  y generalizaciones abstractas”[3]

La validez de indagar por un sentido de la política, Arendt la sustenta a partir de la negación que de esta se ha hecho, en el contexto de las sociedades contemporáneas, al  verse amenazados principios básicos como el de la libertad y el derecho a la vida , en una clara alusión a los Estados Totalitarios[4], los cuales identifica como expresiones de la no-política o anti-política , y que han sido la muestra  “...de la desgracia política de nuestro siglo...”[5]

El partir de estas consideraciones, lo vemos como necesario en cuanto que esto le ha valido a la autora una serie de cuestionamientos en el sentido del supuesto carácter ambiguo y de difícil delimitación de su trama conceptual como por ejemplo la distinción entre “lo político” y  lo social” ( que el mismo Serrano plantea, y que mas adelante puntualizaremos); o la delimitación que hace entre el concepto de  Poder y Poderío; entre Fuerza y Autoridad  y entre Violencia y Poder ( estos explicitados en su ensayo titulado “Sobre la violencia” -1970-).

“....Ella  -Arendt- define gran cantidad de palabras  claves de un modo personal, único: por ejemplo. Lo social frente a lo político ( un muy especial significado para lo social), fuerza frente a violencia ( un sentido muy especial para la palabra fuerza). Acción (una definición única de acción). Esta práctica intelectual es curiosa : tomar una palabra  que quizás tiene mas de un sentido en la comprensión ordinaria, darle un sentido muy especial  y después , desde aquí , hacer emerger conclusiones sorprendentes y paradójicas...”[6]

Bajo esta lógica es necesario hacer claridad en conceptos básicos que hacen parte de la obra de Arendt como Poder, Poderío, Fuerza, Autoridad  y Violencia.[7] Los cuales hacen referencia al problema de la dominación entre los hombres y que funcionalmente pretenden justificar su fundamentación y explicación  al rededor de “el problema de quien domina a quien”. Es así que el Poder se ha identificado  con la capacidad de actuar en concierto, donde este no se refiere al ejercicio por parte de un solo individuo, sino que se reclama como propio del grupo y solo se disuelve cuando este último deja de existir. El Poderío, por el contrario estará referido a un ente individual, donde si bien este adquiere una connotación, en medio de un colectivo social, en cuanto que se ejerce un efecto directo sobre los individuos en conjunto, la acción seguirá siendo ajena a la sociedad.   Pero aún así el Poderío del individuo es vulnerable, en términos de su dominación y control, a los efectos neutralizadores que se ejercen desde las mayorías.

La Fuerza, se ha identificado como Violencia  bajo el carácter coercitivo. Mientras que el concepto de Autoridad  se ha identificado con el reconocimiento legítimo por parte de aquellos a los que se les exige obediencia sin necesidad de ejercer la persuasión o la coerción y sin mas requerimiento que el respeto por la persona o la institución.

Por otro lado la Violencia, es una de las categorías mas importantes y reiterativas  en la obra de Arendt, dado que la autora se ha esmerado en establecer un deslinde entre esta y el concepto de poder[8]. Haciendo la distinción de  carácter instrumental (para el caso de la Violencia), como generadora de efectos multiplicadores en la neutralización de agentes sociales individuales que atentan en contra  del consenso mayoritario de las sociedades. Es así que..  “la violencia  aparece como el último recurso  para mantener intacta  la estructura del poder frente a los retadores individuales....Entonces la violencia aparece como el prerrequisito del poder ... como el último recurso del poder contra criminales y rebeldes,.. que se niegan a dejarse subyugar por el consenso de la mayoría...” [9]

Este esfuerzo diferenciador de Arendt, le han dado el soporte argumentativo  a la autora para cuestionar  los sistemas políticos, en este caso el Totalitarismo, que han conducido a la degradación de la condición humana, donde su orientación política se concentra  en la ecuación de igualdad que en el se establece entre poder y violencia, poder y dominación, relaciones que Arendt tratará de desenmascarar al decir que  el poder es la capacidad de actuar concertadamente[10]. Este principio, aboga por la posibilidad de que la violencia no se justifique por si misma, sino que adquiera racionalidad  sólo cuando el verdadero poder esta amenazado. La violencia, en este sentido, es simplemente un recurso que surge de la deformación del poder. A su vez el poder, a diferencia de la violencia, no necesita justificación, es inherente a la existencia de lo político.

Se identifica en Arendt, la justificación del ejercicio de la coacción cuando el poder esta amenazado, la cual se reglamenta en el derecho, bien sea por que se transgreda, se amenace o no se sientan recogidos en el,  aquellos individuos que van en contra de la “identidad jurídica de una sociedad” . Bajo esta lógica se infiere que la autora acepta un mínimo de ejercicio de la violencia, que encontrará sus límites en los marcos del derecho.

“Este argumento no presupone la ingenuidad de afirmar que el derecho suprime la violencia; lo que se sostiene es que el derecho puede llegar a mantener la violencia en los límites de la comunidad política. Con la propia terminología de Arendt podemos decir  que mientras el derecho se fundamenta en el poder, surgido del consenso, la violencia es una consecuencia de la disolución o el cuestionamiento radical de ese consenso...”.[11]

Los elementos conceptuales, presentados hasta el momento, han pretendido recrear el marco analítico conceptual en el cual se ha desenvuelto la teoría Arendt, que nos permite identificar  parámetros interpretativos, que hacen posible pensar implícitamente una idea de lo político o mejor un sentido de la política.

Cabe ahora hacer mención, de manera mas puntual, de los argumentos propuestos por  Serrano[12],  donde establece  puntos de referencia iniciales para entender la política  en Arendt, bajo el contexto de la coordinación de las acciones , donde la definición de los fines colectivos, son el criterio para comprender  el sentido de la política. Sentido que adquiere dimensión al rededor de lo que se ha llamado la esfera de lo público , que se formaliza conceptualmente “...como un espacio de aparición en el que se manifiesta la pluralidad de identidades e intereses presentes en la sociedad...”[13]

Ahora bien , bajo esta lógica cabría preguntarnos: como es posible entender el poder como elemento indispensable de la práctica política? Es una inquietud bastante interesante en la obra de Arendt, que abre el debate  en el escenario de la política contemporánea. Pretender darle respuesta a este interrogante, es preciso esbozar algunas ideas propuestas por Serrano en su texto “Consenso y Conflicto”.

La tesis fundamental que Arendt propone consiste en que la dimensión política del hombre se basa en la condición del ser humano y que por ello la vida política ha de ser coherente con ella. Según Arendt, el hombre es un ser político gracias a la acción  y a la capacidad  para la palabra  que lo ubican en una maya inmensa  de relaciones y exponen todos sus actos en un “espacio público”, en una especie de presencia permanente ante los otros  y así lo afirma: “Es gracias a la acción  y a la palabra que el mundo se revela como un espacio habitable, un espacio en el que es posible la vida en un sentido no biológico”[14]. El espacio de aparición , tal como se plantea, nada tiene que ver con las relaciones de parentesco, ni mucho menos con una naturaleza humana que justifiquen la presencia de lo político; el espacio al cual alude es un ente artificial  que se construye fuera de la naturaleza humana y que es preciso reconstruir, es así que el Zoon Politikon de Aristóteles queda seriamente cuestionado,  “el hombre es a-político. La política nace entre los hombres, por lo tanto fuera del hombre. De allí que no haya ninguna sustancia propiamente política. La política surge entre y se establece como relación”.[15]La política  es un invento de lo humano, no es una determinación a priori o heterónoma que se imponga a la voluntad humana en el ejercicio de su práctica política, la suplantación de esta práctica ha sido un prejuicio  en la historia de la humanidad.

El espacio de aparición es un espacio de igualdad, libertad, pluralidad y sobre todo de poder, no entendido como soberanía o dominación, sino como poder de grupo de los hombres reunidos. Allí en este espacio entra en juego  la pluralidad de identidades e intereses  en un sentido social , lo cual exige un mínimo nivel normativo  que haga posible  la coordinación  de las acciones de los ciudadanos; bien lo expresa Serrano: “Arendt pretende reconstruir  los principios de la tradición republicana ( aquella que considera que la participación  ciudadana es el valor fundamental de la práctica política) y demostrar que esta es compatible con la pluralidad”[16]

Es pertinente enfatizar que el sentido de la política, como lo concibe Arendt, es la libertad, y sugiere para su comprensión un alejamiento o distanciamiento de la tradición política del totalitarismo, pues este tiene la convicción de destruir la pluralidad del mundo humano, evidenciado en la idea  “de que la libertad del hombre debe ser sacrificada al desarrollo histórico , cuyo proceso puede ser obstaculizado por el hombre, únicamente si éste actúa y se mueve en libertad”[17]. Con esto Arendt, estará refundando de nuevo el acontecimiento político en la condición humana.

Pero ¿que sucede  cuando los ciudadanos ya no reconocen el poder, su propio poder concertado y representado en las instituciones del Estado? En este caso, el poder retorna a la esfera pública, en forma de protesta civil o mas aún si se quiere, de guerra civil. Estaríamos identificando una crisis de legitimidad del proyecto colectivo, que inicialmente reflejó un acuerdo común sobre el cual se estableció un nivel normativo que crea las condiciones para la construcción de un gobierno representativo.

“Se supone que el pueblo gobierna a quienes lo gobiernan. Todas las instituciones  políticas son manifestaciones y materializaciones del poder; se petrifican  y decaen en el momento en el que el pueblo deja de respaldarlas”.[18]

Bajo esta lógica, Serrano nos propone dos manera de entender la propuesta teórica de Arendt. Una bajo un sentido herrado y reduccionista que pretende simplificar sus planteamientos bajo una visión normativa y dogmática, donde se sostiene que “todo fenómeno que no sea expresión de la libertad  no es propiamente política...Desde este punto de vista, se involucra el pensamiento de Arendt bajo una visión idealista ...que tiene que ver muy poco con nuestra experiencia...La política no se encuentra ligada a la relación entre gobernantes y gobernados así como a la dominación y violencia que en ella se produce...es decir se reduce la política a ser una especie de obra teatral que ha perdido su fuerza  dramática, al relegar los conflictos reales que enfrentan las sociedades”[19]

Esta interpretación desconoce los planteamientos que hace la autora (antes mencionados) frente a los conceptos de poder, poderío, fuerza, autoridad y violencia. Donde se reconoce un problema de dominación del hombre sobre el hombre que genera efectos conflictivos en el proceso de  reconocimiento de la autoridad y el poder respaldado en el consenso mayoritario.

Es claro que la idea de poder ejercida por la violencia y la dominación como ámbitos prepolíticos no pueden devenir de la condición humana, según  Arendt, el poder debe situarse en el interior del hombre y particularmente en la capacidad que este tiene para establecer  una relación con los semejantes, con miras a crear un espacio vital en el que comunitariamente puedan desplegar sus potencialidades. El poder se hace efectivo cuando el hombre valora no sólo su capacidad de comenzar, sino la capacidad de su palabra como portadora y facilitadora de consenso, desde esta perspectiva la violencia no se elimina, sino que “ puede ser justificable pero nunca legitimada”[20]

“El objetivo de Arendt al vincular su idea de la política con la descripción de la “condición humana” es decirnos precisamente  que así como no existe una esencia del hombre, tampoco existe una esencia de la política que pueda ser condensada en una simple definición”[21]

La segunda manera de entender las tesis de Arendt, nos la propone Serrano bajo la lógica de no ir en búsqueda de un concepto de lo político, sino que es prioritario establecer criterios de comprensión de la política, los cuales se ubican en las condiciones y acciones en las que se desenvuelve el ser humano, donde la experiencia se convierte en el parámetro real de crítica, construcción y comprensión de lo político.

Arendt en su obra propone una distinción muy clara entre lo político y lo social[22] , frente a la cual Serrano se muestra renuente a  aceptar diciendo que “si bien es cierto  que la modernidad presupone un proceso de diferenciación entre los subsistemas sociales, esto no autoriza a pensar  que exista un abismo entre lo político y lo social. Es probable que exista una forma política de abordar la cuestión social. Lo que es cuestionable es que la definición de la especificidad de lo político esté dada por contenidos propios a esa actividad, ajenos o distintos de los problemas emanados de la cuestión social.”[23]

Frente a esto Arendt propone una interpretación de corte histórico, que pretende desmontar cualquier objeción, en cuanto que ella considera que el debate sobre lo público (como esfera de lo político)  adquiere distintas connotaciones dependiendo del momento de evolución de la sociedad que determinan un ámbito distinto para interpretarlo.

A su vez Arendt establece que “hay cosas cuya justa medida podemos adivinar . Tales cosas pueden ser realmente administradas y, por tanto no son objeto de debate público. El debate público sólo puede tener que ver  con lo que no podemos resolver con certeza. Por otra parte, si lo pudiéramos resolver con certeza , ¿para que reunirnos?[24]

Lo anterior se recrea con un ejemplo que propone Arendt, para delimitar de manera mas clara tal diferenciación. La autora asume el juego analítico de pensar en la dotación a la que tienen acceso los individuos de bienes y servicios básicos (vivienda, educación, salud, recreación ) ; donde se identifica que no es dominio de lo público (tema de debate) el hecho que todos los ciudadanos tengan acceso a dichos bienes, en cuanto que se consideran como necesarios para el desarrollo de una calidad de vida mínima. Pero cosa bien distinta sería la discusión sobre los efectos colaterales, multiplicadores o no, que podría generar el acceso dichos bienes y servicios, esto si sería tema de debate político. Por ejemplo, Arendt al hacer alusión al problema de la vivienda establece que “no debería haber debate alguno al rededor de la cuestión de que todo el mundo tenga una vivienda adecuada....pero la cuestión de si esta vivienda adecuada significa integración [haciendo alusión al sentido de pertenencia hacia el vecindario] o no es sin duda político...” y concluye diciendo que “todas estas cuestiones tienen una doble cara . Y una de ellas no debería ser objeto de debate.”[25]

Un último elemento que consideramos válido relevar en la autora, es el protagonismo que adquiere la participación ciudadana como valor  fundamental de la práctica política; y como esta se puede ver obstaculizada por los altos niveles de burocratización de las sociedades que hacen atractivo el ejercicio de la violencia por parte de los individuos en tanto ven frustradas sus posibilidades de ejercicio del poder como fruto del consenso colectivo,  sospechando por defecto la posible existencia deformada de un poder individual ejercido desde el gobierno, que anula las potencialidades del debate y la participación colectiva.

“La burocracia es una forma de gobierno en que todos quedan privados de la libertad política, del derecho  a actuar pues el gobierno de nadie es el no gobierno y donde todos somos igualmente impotentes, lo que tenemos es una tiranía sin tirano. Como salida a esto se plantea  la democracia participativa; el ciudadano co-dirigente; el ciudadano libre”[26]

 BIBLIOGRAFÍA

1.  Serrano, Enrique. “Consenso y Conflicto”. México: Interlínea . 1996.

2.  Arendt, Hannah. “¿Que es la política?. tr. por Rosa Sala Carbó. Barcelona: Paidós. 1997

3.  --------------------. “La condición humana”. Barcelona: Paidós. 1993

4.  --------------------  “Sobre la violencia”. tr. por Miguel González. México: Joaquín Motriz, 1970.

5.  -------------------- “De la historia a la acción”.Barcelona: Paidós. 1995

6.  -------------------- “Sobre la revolución”.Madrid: Alianza Editorial. 1988.

7.  -------------------- “Los orígenes del totalitarismo” -Antisemitismo- V.1  Madrid: Alianza Editorial.1987

8.  -------------------- “Los orígenes del totalitarismo” -Imperialismo-  V.2   Madrid: Alianza Editorial. 1987.

9.  -------------------- “Los orígenes del totalitarismo” -Totalitarismo-   V.3  Madrid: Alianza Editorial.  1987 


[1] Arendt Hannah. “De la historia a la acción”. Ediciones Paidós. Brcelona . Primera edición  1995.  Pag 43.
[2] “Sólo la imaginación nos permite ver las cosas con su verdadero aspecto, poner aquello que está demasiado cerca a una determinada distancia de tal forma que podamos verlo y comprenderlo sin parcialidad ni prejuicio, colmar el abismo que nos separa de aquello que esta demasiado lejos y verlo como si nos fuera familiar. Esta distanciación de algunas cosas y este tener puentes hacia otras, forma parte del diálogo establecido por la comprensión con ellas; la sola experiencia instaura un contacto demasiado estrecho y el puro conocimiento erige barreras artificiales.   Sin este tipo de imaginación, que en realidad es la comprensión, no seríamos capaces de orientarnos en el mundo. Es la única brujula  donde llega nuestra comprensión. Si queremos estar en armonía con esta tierra, incluso al precio de estar en armonía con este siglo, debemos participar  en el interminable diálogo con su esencia.” Ibid. p.46

 
[3] Arendt Hannah. “ ? Que es la política ? Paidos. Barcelona, 1993. P. 151.
[4] “Para Arendt el Totalitarismo es una consecuencia extrema de la centralización del poder político y el aislamiento de los individuos, tendencias inherentes a la modernización que lleva a la llamada sociedad de masas...” Serrano, Enrique. “Conflicto y Consenso”. Interlínea. 1996.  p. 84.     
[5] Arendt  “Que es la política?”  Op. Cit.  Pag. 63.
[6] Consideración hecha por el profesor de economía política, C. B. Macpherson , de la Universidad de Toronto, en el congreso que tuvo lugar en Noviembre de 1972 sobre “la obre de Hannah Arendt”, organizado por la sociedad  para el estudio  del pensamiento social y político del Canadá.  “De la historia a la acción” Op cit. P. 156
 
[7] Para esto ver la obra de Arendt, “Sobre la violencia”.Cuadernos de Joaquín Mortiz. México 1970. P. 40ss.
[8] Arendt plantea la violencia como la manifestación mas flagrante del poder: “Toda política es una lucha por el poder: el tipo extremo de la política es la violencia” . La autora  establece como la violencia es garantizadora de un poder, esto sustentado sobre la concepción de poder, que es considerado como instrumento de gobierno, fundado en un “instinto de dominio”. Ibid. P. 34
[9] Ibid. p. 44.
[10] Ibid. p . 39ss
[11] Serrano Enrique, “Consenso y Conflicto”. Op. Cit. p . 126.
[12] Ibid  p  10
[13] ibid. p. 10  
[14] Arendt, Hannah. Que es la política? Barcelona: Paidós, 1997. p. 18   
[15] Ibid.  p. 46   
[16] Serrano, Enrique. “Consenso  y Conflicto”. Op. Cit. p.90.     
[17] Arendt, Hannah. Que es la política?. Op. Cit. p. 72   
[18] Arendt, Hannah.  “Sobre la violencia” Op. Cit.  p. 39. 
[19] Serrano, Enrique. “Consenso y Conflicto”. Op. Cit. p. 100
[20] Arendt, Hannah. “Sobre la Violencia”. Op. Cit. p. 48.
[21] Serrano, Enrique. “Consenso y Conflicto”.  Op. Cit. . p. 101.
[22]  Para esto ver el texto titulado “Sobre la revolución”. Alianza Editorial. 1988. Capítulo 2 (la cuestión social)
[23] Serrano, “Consenso y Conflicto”   Op. Cit. p. 148.
[24] Arendt, Hannah. “De la historia a la acción”.  Op. Cit. p. 152
[25] Ibid. p. 153.
[26] Arendt, Hannah. “Sobre la violencia”. Op. Cit. p. 72

miércoles, 7 de diciembre de 2011

Un vistazo al pensamiento sociológico

Una aproximación al concepto de desarrollo en Weber


Palabras clave: Desarrollo económico, racionalidad económica, Ethos económico.

INTRODUCCIÓN:

El referente teórico al que se nos ha acostumbrado mirar, cuando pretendemos establecer algún tipo de análisis sobre el desarrollo, ha sido aquel que pretende valorar el nivel de garantías de condiciones materiales de las cuales dispone inmediata o potencialmente un país.

Bajo esta lógica, se formula la pregunta: ¿ Cómo romper el círculo del subdesarrollo? , la respuesta no reviste ningún carácter novedoso, en cuanto que su obviedad e ingenuidad en la explicación es demasiado explícita y determinista, simplemente sería tener acceso al conocimiento técnico, mantenerlo y manejarlo. Pero efectivamente el asunto es mucho más complejo que una simple respuesta de esta índole. Aquí es necesario tener en cuenta una propuesta metodológica que contenga tanto determinantes internos como externos que se convierten en elementos fundamentales para comprender dicha dinámica que estará determinada por las condiciones históricas en lo social, lo político y lo económico en cada país, es decir por su formación social específica.

Weber, de alguna manera, marca un punto de encuentro con esta concepción integradora y holística de entender la lógica del desarrollo económico de las sociedades, dado que parte de concebir la modernización de la sociedad europea como resultado de un proceso histórico universal de racionalización; aunque es necesario hacer el llamado a establecer la distancia que toma Weber con respecto al materialismo dialéctico, que lo reconoce como un acercamiento ingenuo del estudio y evolución de las sociedades, en cuanto considera las ideas como reflejo o “superestructura” de las situaciones económicas, cuando realmente, desde el punto de vista de este, el proceso de comprensión es inverso.

Esta acepción teórica weberiana, permite identificar el hilo conductor que hace posible construir un análisis de la dinámica del desarrollo, que se valida desde dos ejes fundamentales: 1. La existencia de presupuestos racionalistas  como orientadores de la dinámica económica. 2. La existencia de una mentalidad económica (un ethos), como catalizador  y retroalimentador del racionalismo.

Estos dos elementos contribuyen a recrear, desde el ámbito de la teoría sociológica, la fundamentación de lo que podría ser una visión alterna de la problemática del desarrollo, vista desde los individuos y su interacción social.

PRESUPUESTOS RACIONALES:

Weber nos propone cuatro criterios fundamentales de lo que  ha llamado las normas típicas de la economía racional, en las que podemos encontrar:

1.”Distribución con arreglo a plan, entre el presente y el futuro” (Weber 1984:52).  Existencia de un plan que contrasta lo presente y lo futuro, lo cual permite una orientación orgánica de la actividad económica con un sentido de anular la incertidumbre, fruto de los fenómenos fortuitos propios del mercado y sus leyes. Esta se podría equiparar con la lógica de establecer patrones y centros de acumulación que permitan lograr un proceso productivo y reproductivo de la economía.

Cabría anotar la dimensión que adquieren, bajo este contexto los planes de desarrollo económico, (desde sus aspiraciones filosóficas mas no desde sus formulaciones coyunturales en el tiempo), que se convierten en el ideario del desarrollo económico del país donde se recogen las intencionalidades en torno al crecimiento, la estabilización y la regulación económica, y que nos permiten identificar un sentido de proyección futura de la economía.

2. “Distribución con arreglo a plan entre la varias posibilidades de empleo” (Weber 1984:52). Organización jerárquica de las potencialidades económicas inscritas dentro del análisis sectorial de la economía. Esto nos remite a la identificación de sectores económicos considerados como estratégicos y jalonadores del desarrollo económico (sector líder), alrededor de los cuales se inscriben dinámicas  producción, circulación y consumo, estas últimas elementos claves de la llamada estructura económica.

3. “..Obtención  con arreglo a plan ... Elaboración y acarreo  de aquellas utilidades cuyos medios de producción se encuentran todos dentro del poder de disposición del sujeto económico..” (Weber 1984:52). Lo cual nos refiere a la explotación ordenada en  el uso de los llamados factores productivos (tierra, capital y el trabajo) de acuerdo a su nivel de importancia, ponderado esto por su participación relativa dentro del concierto de la actividad económica nacional.

4. “...Plan de los poderes de disposición o de codisposición sobre... las utilidades...” (Weber 1984:53).  Esto sé asociaría al criterio de disposición soberana sobre los recursos productivos, donde se identifica que la disposición de extraños sobre los medios de producción, van en detrimento de la propia  provisión económica.

Estos cuatro criterios se enmarcan dentro del llamado desarrollo capitalista de economía de mercado que connota  con la búsqueda de la satisfacción de las necesidades de los grupos humanos, que posee un sentido lucrativo dimensionado en la existencia de la empresa, como protagonista de las dinámicas del desarrollo.

El nivel de racionalismo que se propone Weber, como prerequisito de los procesos de desarrollo, tiene que ver con la existencia de una contabilidad del capital, en los marcos de la empresa lucrativa que controla su rentabilidad en el orden administrativo. Es así como Weber propone categóricamente que “... la premisa más general para la existencia del capitalismo moderno es la contabilidad racional del capital como norma para todas las grandes empresas lucrativas que se ocupan de la satisfacción de las necesidades cotidianas...”(Weber 1964:237)

Bajo esta línea, Weber nos propone seis premisas que se pueden asumir como claves metodológicas  para comprender el papel en el desarrollo económico, de las unidades microeconómicas empresariales, que  son la esencia de la economía del mercado, y a partir de las cuales se pueden presumir generalizaciones para el mercado agregado:

1. “Apropiación de todos los bienes materiales  de producción, como  propiedad de libre disposición por parte de las empresas lucrativas autónomas..” (Weber 1964:237-ss).  Aquí se hace un llamado a la libre circulación de factores productivos, es decir nos asemeja economías de libre competencia, bajo la negación de la existencia de agentes económicos hegemonizantes del mercado.

2. “....La libertad mercantil, es decir la libertad del mercado con respecto a toda  irracional limitación del tráfico; estas pueden ser  de naturaleza estamental o bien revisten un carácter de monopolio gremial...” (Weber 1964:237-ss). Se enfatiza la negación de cualquier posible existencia de barreras de entrada al mercado, como expresión de negaciones del libre juego de las leyes de oferta y de demanda.

3. “...Técnica racional, esto es, contabilizable hasta el máximo, y, por consiguiente mecanizada, tanto en la producción como en el cambio…” (Weber 1964:238-ss). Se reconoce la necesidad de una lógica interna de orden cuantitativo en torno a los costos y la producción.

4. La condición de existencia del “trabajo libre, es decir que existan personas no solamente en el aspecto jurídico sino en lo económico, obligadas a vender libremente su actividad en un mercado...” (Weber 1964:238-ss)

5. “Comercialización de la economía, bajo cuya denominación comprendemos el uso general de títulos de valor para los derechos de participación en las empresas e igualmente para los derechos patrimoniales...” (Weber 1964:238-ss)

6. La existencia de un “derecho racional, esto es derecho calculable. Para que la explotación económica capitalista proceda racionalmente precisa confiar en que la justicia y la administración seguirán determinadas pautas..” (Weber 1964:237-ss)

Podríamos considerar que esta última premisa, cruza de manera transversal a las demás, bajo el criterio de ser una condición esencial en todo proceso de formalización económica racional, bajo la garantía del desarrollo, en cuanto que el marco institucional sería el referente de las reglas de juego en una sociedad, o en otras palabras, serían las limitaciones ideadas por el hombre que le dan forma a la interacción humana, por tanto generan o impulsan incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico.

Las instituciones reducen la incertidumbre por el hecho de que proporcionan una estructura de la vida diaria; se convierten en el soporte de la interacción humana, y desde el punto de vista económico las instituciones definen y limitan el conjunto de las elecciones de los individuos.

Bajo esta lógica, se podría pensar que el cambio institucional es clave para comprender la evolución histórica de las sociedades, lo cual implica aceptar dos presupuestos innegables: el primero considera que las instituciones afectan al desempeño de la economía. Y el segundo establece como el desempeño diferencial de las economías está influido por el modo como evolucionan las instituciones.[2]

MENTALIDAD ECONÓMICA:

Max Weber aboga por una concepción en el desarrollo económico, en la que indefectiblemente tiene que hacer presencia la aceptación de la existencia de una mentalidad acumulativa racional, en la dinámica del desarrollo económico que estaba demarcada no por la codicia ni la especulación sino por la búsqueda de la austeridad terrenal, arraigada en las costumbres ascéticas del protestantismo de la Europa  occidental en el escenario de la reforma protestante Calvinista.

La tesis central que se retoma de Weber ( en su texto la Etica protestante y el espíritu del capitalismo)  pretende determinar la influencia de ciertos ideales religiosos en la formación de una “mentalidad económica”, de un ethos económico, identificando el caso concreto de la conexión entre la ética económica moderna con la ética racional del protestantismo moderno ascético.

Weber parte de formular un primer criterio que apunta a dilucidar la construcción de una mentalidad económica; es así como la tendencia a enriquecerse, bajo una aspiración acumulativa,  se considera como sana para el espíritu, siempre y cuando no se desarrolle de forma ilimitada, sino que por el contrario, se ha de consolidar a partir de la moderación racional de los impulsos lucrativos. Es decir, la tendencia o el deseo a enriquecerse no se considera como malo, siempre y cuando este bajo los preceptos racionales.

“....podéis trabajar para ser ricos, no para poner luego vuestra riqueza al servicio de vuestra sensualidad y vuestros pecados, sino para honrar con ella a Dios... la riqueza es reprobable sólo en cuanto inicia a la pereza corrompida y al goce sensual de la vida, y el deseo de enriquecerse sólo es malo cuando tiene por fin asegurarse una vida despreocupada y cómoda y el goce de todos los placeres; pero, como ejercicio del deber profesional, no sólo es éticamente lícito, sino que constituye un precepto obligatorio...” (Weber 1977:225).

De lo anterior inferimos que lo determinante dentro de la actividad económica, es la existencia de un cálculo racional, en donde la acumulación trasciende el solo hecho de ser un fin y se convierte en un medio que permite establecer una comunicación espiritual en la esfera de la honra hacia Dios. “...el tiempo es infinitamente valioso, puesto que toda hora perdida, es una hora que se roba al trabajo en servicio de la gloria a Dios”. (Weber 1977:214)

Weber hace el llamado a comprender el origen y desarrollo del capitalismo, no solo bajo la óptica reducida de la acumulación  por la acumulación bajo condiciones objetivas solamente; sino que también reconoce, y en mayor medida, la existencia de una mentalidad burguesa, que posee características propias previas a la existencia de condiciones materiales, las que connotaron con procesos de liberalización del trabajo y racionalización de las formas organizativas productivas.

Bajo esta consideración, adquieren gran importancia el caracterizar y analizar el orden social existente, que condiciona y determina la mentalidad de los individuos, bajo sus lógicas económicas particulares.

“....en síntesis se pensaría que: se ha de tener en cuenta muy principalmente las condiciones económicas, reconociendo la importancia fundamental de la economía; pero tampoco debería ignorar la relación causal inversa, pues el racionalismo económico depende en su origen tanto de la técnica y el derecho racionales como de la capacidad y aptitud de los hombres para determinados tipos de conducta racional...” (Weber 1977:215)

La principal condicionante de carácter subjetivo, que propone Weber para comprender la construcción de dichas conductas racionales (para el caso de la Europa occidental), era el carácter eminentemente protestante de los dueños tanto de la propiedad y de las empresas como de las clases trabajadoras, en el escenario de las reformas calvinistas.

“La reforma no significaba únicamente la eliminación del poder eclesiástico sobre la vida, sino más bien la sustitución de un poder extremadamente suave, en la práctica apenas perceptible, de hecho casi puramente formal, por otro  que había de intervenir de modo infinitamente mayor en todas las esferas de la vida pública y privada, sometiendo a regulación onerosa y minuciosa de la conducta individual... (Weber 1977:230)”

Lo que propone Weber, es que la esencia del espíritu capitalista, el ethos económico, lo encontramos formulado en el puritanismo calvinista que lo dota de una lógica de racionalidad burguesa y de organización del trabajo. Esto dinamizado por la máxima donde se considera que  “el hombre es tan solo un administrador de los bienes que la gracia divina se ha dignado concederle y, como el criado de la Biblia, ha de rendir cuenta de cada céntimo que se le confía “(Weber 1977:241).

“El ascetismo laico del protestantismo, podemos decir resumiendo, actuaba con la máxima pujanza contra el goce despreocupado de la riqueza y estrangulaba el consumo, singularmente de artículos de lujo; pero, en cambio, en sus efectos sicológicos, destruía todos los fenómenos que la ética tradicional ponía a la aspiración de la riqueza, rompía las cadenas del afán de lucro desde el momento que no sólo legalizaba, sino que lo consideraba como precepto divino (en el sentido expuesto) la lucha contra la sensualidad y el amor a las riquezas no era una lucha contra el lucro racional, sino contra el uso irracional de aquellas...” (Weber 1977:243)

CONSIDERACIÓN FINAL:

A modo de síntesis, presentamos lo que Weber considera como la fuente de inspiración del espíritu capitalista, para el caso de la sociedad Norteamericana, sustentado en  ocho principios fundamentales que son la expresión más clara y transparente del llamado ethos económico: 1) Piensa que el tiempo es dinero. 2) Piensa que el crédito es dinero. 3) Piensa que el dinero es fértil y reproductivo. 4) Piensa que un buen pagador es dueño de la bolsa de cualquiera. 5) Aparte de la diligencia y la moderación, nada contribuye tanto a  hacer progresar en la vida a un joven como la puntualidad y la justicia en todos sus negocios. 6) Las más insignificantes acciones que pueden influir sobre el crédito de un hombre, deben ser tenidas  en cuenta por él. 7) Guárdate de considerar como tuyo todo cuanto posees y de vivir de acuerdo con esa idea. 8) Quien malgasta inútilmente a diario un sólo céntimo, derrocha seis libras al cabo del año, que constituyen el precio del uso de cien.

Estos principios se podrían comprender, a criterio de Weber, como el espíritu del capitalismo. En este ideario se recoge un sentido prudencial en los negocios, el cual esta atravesado por un compromiso ético con arreglo a un fin específico; lo cual podríamos leer como un ideario del deber que ha de asumirse rigurosamente... ”es una posición espiritual... que adquieren el carácter de máximas de conducta individual”. Que le proporcionan un matiz ético al concepto de “espíritu del capitalismo”. (Weber 1977:43)

Se pretende mostrar la trascendencia de la acumulación de riqueza en el sentido de ennoblecerla y distanciarla de la consideración de verla como un fin en sí misma; es necesario mostrarla bajo la aséptica ética para alejarla de cualquier aspiración utilitaria y hedonista  ”... la ganancia no es un medio para la satisfacción de necesidades vitales  materiales del hombre, sino que más bien éste debe adquirir, porque tal es el fin de su vida. Para el común sentir de las gentes, esto constituye una invención antinatural de la relación entre el hombre y el dinero; para el capitalismo, empero ella es algo tan evidente y natural, como extraña para el hombre no rozado por su hálito. Al mismo tiempo, contiene una serie de sentimientos en íntima conexión con ideas religiosas... La ganancia de dinero, cuando se verifica legalmente, representa dentro del orden económico moderno, el resultado y la expresión de la virtud en el trabajo, y esta virtud, fácil es reconocerlo, constituye el auténtico alfa y omega de la moral...” (Weber 1977:48)





BIBLIOGRAFÍA:
Este artículo fue publicado en la revista Ecos de Economía, Volumen 13, Dic 2001. pp. 33-39 
1.    North, D. (1993): Instituciones, Cambio institucional y desempeño económico. Fondo de Cultura Económica. México D.F.
2.    Weber,  M. (1984): Economía y Sociedad. Fondo de Cultura Económica. México D.F.
3.    ---------------- (1964): Historia Económica General. Fondo de Cultura Económica. México D.F.
4.    ---------------- (1977): La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Ediciones Península. Madrid.





[[2] Ver los trabajos de Douglass C. North, sobre institucionalismo.